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viernes, 31 de julio de 2009

La elegancia del erizo


En primer lugar quiero agradecer a Prima R (que no es mi prima sino la de Bitter Conch) que me recomendara esta lectura. Desde aquí le mando un abrazo. Y dicho lo cual paso a decir unas palabras.

La verdad es que me ha gustado muchísimo el libro aunque en un principio andaba yo algo asustada porque me estaba pareciendo algo pedantón. Si hay algo que no soporto es la no-humildad... por lo que me estaba irritando el que las dos protagonistas, tanto la portera como especialmente la niña de doce años, estuvieran todo el tiempo repitiendo párrafo sí párrafo no, lo extramadamente inteligentes que son y lo diferentes que se sienten con respecto al mundo mundial. Pero salvando ese escollo, y cuando te acostumbras a él (que en el fondo no deja de ser el resultado del fino humor de la autora), la lectura es una delicia.

No me extraña, pues, que Muriel Barbery, profesora de filosofía, haya tenido tanto éxito. Tampoco me sorprende que se le haya criticado en Francia, tan franceses ellos, el que se decante tanto por la filosofía y estilo de vida oriental. A mí, en particular, es lo que más me ha gustado de todo. También me ha hecho mucha gracia la preferencia de la portera del inmueble de la calle Grenelle por el personaje de Levin del Anna Karerina de Tolstoi. La primera vez que leí la gran novela rusa confieso que me salté toda la historia de Anna y exclusivamente me leí la de Levin y Kitty. Por eso cuando vi la película clásica de 1935 con Greta Garbo, me enfadé bastante porque la historia de Levin, que es el otro gran protagonista, había sido suprimida de un plumazo. Aunque, vale, reconozco que era imposible sintetizar esa historia si se quería contar la trágica vida de la Karerina.

Tiene personajes muy curiosos, como el de Kakuro Ozu, que es el que pone en conexión a las dos protagonistas, que son dos almas gemelas pero con diferente edad. También me ha gustado el de la portuguesa Manuela, la única amiga de Renée, o la peculiar relación de las dos hermanas Josse, una la antítesis de la otra y que prácticamente se llaman igual (Colombe y Paloma).

No sé que opinarán... pero a mí me ha encantado el final. Así que si por algún casual han llegado hasta aquí y se han leído la novela me interesaría mucho saber qué les ha parecido todo.

Termino con las ideas profundas número 1 y última de Paloma:

Ansío las estrellas
mas abocada estoy
a la pecera

* * *

¿Qué hacer
frente al jamás
si no es bucar
el siempre
en unas notas robadas?


La reina en el palacio de las corrientes de aire



Se cierra la trilogía, y dando gracias. Esta tercera parte tenía el interés de ser una clara continuación de la segunda, pero se hace muy cuesta arriba. Bueno, leído lo leído, ya podemos abordar un comentario más general:

Los personajes.

Lisbeth Salander. Lejos de engancharme, la superguay hacker, matemática, zombie, tatuada, agujereada, puedocontodo, terminatorwoman me ha terminado hartando, hasta el punto de que, por un momento, no me hubiera importado que se la cargaran ya de una vez. Sí, vale, ha llevado una vida horrenda, pero va de un sobrado que es insoportable. No me van estas supuestas heroínas con un C.I. tan elevado que son capaces de pensar que Ceuta es una colonia española que España debería desocupar. Con un par. Y encima resuelve la ecuación de Fermat y no nos lo explica. Cuánto fantasma.

Mikael Blomkvist. Llegados a la tercera novela, sigue siendo un tío tan plano como, por ejemplo, el Robert Langdon de Dan Brown. Encima nos lo presentan como un macho al que las féminas se rifan. Pues no me parece que el actor escogido para interpretarlo sea lo que se dice atractivo. Tiene cara de borrachuzo.

Erika Berger. Me parece lo más potable de la serie. Una tía con carácter, que vive su sexualidad como le da la real gana. Pero el moderno de Larsson hace finalmente un ejercicio de conservadurismo nórdico y se acabó ese triángulo amoroso-sexual que protagonizaban ella, su marido y el plano de más arriba.

El resto. Nombres impronunciables (excepto dos de aires más o menos hispanos), gente que va y viene, vidas que el autor nos cuenta hasta la extenuación (me llegó al alma lo de la pesca con mosca, de verdad).

La manera de estructurar las novelas.

Los títulos. Como no sé sueco no puedo decir si realmente se llaman así en el original. Pero son tan largos y pesados como el contenido. Bueno, se salva la primera y, dentro de ella, la historia de Harriet Vanger.

Las partes en que se divide cada libro. Los nombres de cada una de ellas también son bastante clarificadores (léase con ironía).

Las parrafadas que inician cada parte. Otra engañifa. De nuevo se salvan las de la primera novela.


En resumen, y siendo esto una opinión estrictamente personal, de mí no va a salir una recomendación para leer esta trilogía. El que quiera hacerlo por curiosidad (o por decir que la ha leído) que lo haga por su cuenta y riesgo. Lo mismo le encanta y me parecerá estupendo.




martes, 21 de julio de 2009

Los hombres de la guadaña


Me apetecía leer una buena novela negra tras haber estado inmersa en los mamotretos de Stieg Larsson. Palabras, palabras, palabras que al final dicen más bien poco, sin negarle al autor que la historia es entretenida y que el personaje de Lisbeth Salander es bastante original y gracias al cual le debe probablemente parte de su éxito. Pero, ¿se hacen necesarias tantas explicaciones? También me topé allí con un personaje femenino que roza la perfección... y que por supuesto no lee novela policiaca, solamente historia antigua y no sé cuántas cosas más. Así que más rebeldía que me entró a mí al leerlo y en ese momento me prometí que la siguiente novela sería una buena novela negra.

Pensaba que poco me podía sorprender la nueva de John Connolly perteneciente a la serie dedicada al detective Parker. Los primeros libros que leí en su momento fueron El ángel negro (2005) y Los atormentados (2007) y de ahí salté a todos las anteriores comenzando por el principio. Connolly escribe bien y sabe crear como nadie unas atmósferas fantasmagóricas dentro del género detectivesco y criminal. Todas las novelas de la serie son bastantes homogéneas y uno sabe lo que puede esperar al sumergirse en ellas.

La verdad es que después de haber leído la excelente reseña de la novela en La bitácora del Tigre me da pudor escribir yo una de mi propia cosecha. Pero ya que en estas Lecturas Reunidas estamos entre amigos y escribimos estas críticas personales para compartir experiencias literarias sin mayor pretensión, me atreveré a continuar.

Se centra en los personajes de la pareja homosexual de Louis y Angel, muy especialmente en el pasado del primero. Lo que más me ha gustado de la novela es esa otra mirada refrescante a través de la cual se nos va contando en parte la historia y que proviene del personaje de Willie Brew. Brew y Arno son el contrapunto de los primeros y forman una peculiar pareja que trabaja en un taller de coches, una de las muchas tapaderas de los turbulentos negocios de nuestros protagonistas. Aquí los elementos sobrenaturales son casi inexistentes pero yo no los he echado de menos en ningún momento. Aún así, la crudeza de la muerte y las inmersiones de Connolly en la mente de los asesinos hacen difícil su lectura en la quietud y en el silencio de la noche. Al menos para alguien como yo...

Anoche, al acabar la novela, reflexionaba sobre cómo había echado en falta a esos monstruos sanguinarios que aparecen siempre en la serie, tan peculiares y espeluznantes, como el Viajante, el Predicador Faulkner y sus hijos... pero me di cuenta enseguida que en Los hombres de la guadaña los auténticos monstruos son los protagonistas, los antihéroes de Louis, Angel y el mismo Detective Parker vistos a través de la mirada horrorizada de Willie Brew pero sobre todo de la del bueno de Arno.

domingo, 19 de julio de 2009

La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina



Segunda entrega de la trilogía Millennium, de nuevo con un título increíblemente largo. Cuando hablaba en otro post sobre la primera parte, califiqué a esta novela como Literatura Ikea. Ahora mis sospechas se confirman, porque hay que ver la publicidad que le hizo Larsson a la tienda en este libro. Esos datos tipo "Se metió en su cama de Ikea" y todo el repaso que hace de los muebles que uno de los personajes compra me parecen tan innecesarios como cuando habla de un MacBook de tropecientos gigas de capacidad. Pero bueno, vayamos al grano.

En esta ocasión, todo el libro se centra en un solo caso, gracias al cual vamos a conocer muchas cosas sobre Lisbeth Salander, la coprotagonista de Los hombres que no amaban a las mujeres. Evidentemente, esa chica es un gran enigma que el público quiere resolver, de manera que Larsson nos da ahora la oportunidad de saber algunas de las razones de su peculiar manera de ser.

Cuando leí que Wunderk decía que esta parte le había parecido más árida que la primera, me mosqueé. Sin embargo la he leído con más interés, aunque alguna que otra cosa me la he olido a la mitad del libro. Algo que me ha dejado un poco chafada ha sido el descubrimiento de qué fue "Todo Lo Malo". A lo mejor tengo una mente muy retorcida, pero pensaba que sería otra cosa. Lo que sí veo es que este hombre lo tenía todo muy bien pensado, porque cosas de las que se hablan en la primera novela siguen en la segunda. Ahora bien, el personaje de Mikael Blomkvist me sigue pareciendo muy plano.

Veamos ahora qué pasa en la tercera entrega.

sábado, 11 de julio de 2009

Mujeres en el campo de batalla


Acabo de terminar un librito titulado Mujeres en el campo de batalla, de Alicia María de los Reyes García y María Victoria Santos de Martín Pinillos. Esas casualidades que me acompañan de vez en cuando hicieron que, pocos días después de proponerle a Joseph Cartaphilus un artículo sobre las mujeres que participaron de alguna manera en la vida militar española, apareciera este libro. Es cortito y se lee rápidamente. Se nota el entusiasmo que han puesto sus autoras en la redacción, haciéndola exaltada en algunas ocasiones y novelesca en otras. Al fin y al cabo, hubiera sido mucho más aburrida la lectura si la manera de contar las hazañas de estas mujeres se hubiera limitado a un relato frío y documental. Hacen bien las autoras en dar una introducción histórica a cada una de las protagonistas: este libro lo puede leer cualquiera, así que es necesario ponernos en la situación, la cual no tiene por qué ser conocida de antemano por el lector.

Además de las ya muy conocidas María Pita, la Monja Alférez (con una vida novelesca donde las haya), Agustina de Aragón o la mismísima Isabel la Católica, me han llamado la atención historias como las de la llamada Dama de Arintero, cuya entrada en el ejército me ha recordado a la historia de Mulán, o la de la reina Doña Berenguela, que avergonzó a los almorávides diciéndoles que se fueran a Oreja, donde estaba el ejército cristiano, en vez de venir a atacar un castillo habitado por mujeres. También me han gustado la de Manuela Ibaibarriaga, "el coronel Martínez", que se vistió de hombre para vengar la muerte de sus padres y su hermano a manos de los franceses, y la de Francisca Guarch, que participó con el nombre de Francisco en la tercera guerra carlista.

Podemos diferenciar, por tanto, las mujeres que no ocultaron su condición de tales y fueron reconocidas como militares por sus actuaciones en el campo de batalla y las que echaron mano de identidades falsas para poder participar en la guerra. Tanto las acciones de unas como de otras son interesantes, si bien siempre tiene un contenido más romántico el hecho de hacerse pasar por hombre.

En definitiva, merecido homenaje a las mujeres españolas que se comportaron con valentía y decisión en defensa de sus ideales y su patria.

jueves, 9 de julio de 2009

1969 vs Los hombres que no amaban a las mujeres

Hace ya bastante que leí 1969 de nuestro paisano Jerónimo Tristante pero, hasta hoy, no me ha venido la inspiración para hacer la reseña. Y es que precisamente hoy acabo de terminar la primera entrega de la serie Millennium y me ha parecido buena idea comentarlas juntas. A la novela de Stieg Larsson la he colocado en una etiqueta llamada Literatura Ikea. Me explico. Cuando echo mano de novelas nórdicas, me parece estar leyendo un catálogo de la célebre tienda-almacén-container-restaurantequevende"suecacola"conungustohorrible (así, de un tirón; no es error de escritura). Me sucedió con una obra llamada Sospecha (en versión original Guldkalven, vaya usted a saber), de una tal Helene Tursten y lo que me costó aclarme con los nombres. Bueno, comencemos.



1969. Agradecida de, por fin, leer una novela ambientada en Murcia. Estaba ya harta de Madrid y, sobre todo, Barcelona. Me ha encantado poder "orientarme" por los recovecos de la ciudad, reconocer sus calles, edificios más señeros, pedanías, etc. Pero no es éste el único valor del libro, faltaría más. Jerónimo Tristante narra con maestría una historia plagada de misterio, una investigación que no es rebuscada, sino bastante real y muy interesante. Los personajes están muy bien construidos: Julio Alsina, policía en horas bajas y aficionado al Licor 43, y Rosa Gil, joven adepta al Régimen. El autor nos hace interesarnos tanto como su protagonista en qué hay detrás de ese suicidio ocurrido en la torre de la Catedral en Nochevieja. Sólo una pega: aviso desde aquí de no leer la nota que Tristante pone al principio. A mí me desveló la clave de la historia, lo mismo que la frase promocional que se está utilizando en la publicidad del libro. A pesar de ello, la lectura se hace muy entretenida. Aparte de todo esto, tuve la oportunidad de estar con el autor en Blanca presentando su novela y el tío es un espectáculo. Y una nota curiosa: lo conocí cuando trabajé en El Algar, un día que vino a decir que estaba en comisión de servicios, aunque su plaza la tenía allí. Qué cosas tiene la vida.



Los hombres que no amaban a las mujeres. Pues qué quieren que les diga, no es para tanto. Me quedo con los personajes de Tristante, nada estupendos y ni dotados de una personalidad arrolladora. Aquí la chica es una inadaptada social que, por otro lado, es la repera en el mundo de la informática. Qué original, por Dios. El protagonista masculino, pues normalillo, ni fu ni fa. No niego que una de las tramas tiene su interés y no se resuelve mal, pero una vez que se desvela el misterio todavía quedan muchas páginas. Para mi gusto, a partir de ahí se desinfla la novela. Además, al principo va todo muy lento y, de repente, se acelera que da gusto. La mejor parte es la investigación sobre la desaparición de una chica en 1966. El otro argumento me supera: rollos finacieros, bolsa, economía, empresas falsas... un rollo patatero. Aquí me ha recordado a la citada Sospecha, otro follón de cosas económicas que me dejó tan fría como las temperaturas del país que vio nacer a Larsson y a Tursten. El final queda un poco abierto en cuanto a la relación entre sus protagonistas, lo que hace que la gente se enganche a ver qué pasa en la siguiente. La película no la he visto, aunque supongo que lo haré, al igual que leer el resto de novelas de la serie.