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martes, 22 de diciembre de 2009

La línea negra

Una decepción, si soy sincera. Después del absoluto enganche que supuso Esclavos de la oscuridad, esta novela de Jean-Christophe Grangé me ha dejado igual. Demasiado enrevesada para llegar a un final muy predecible. A lo mejor la otra novela era muy peliculera y podíamos imaginar, muy cerca del desenlace, quién era el malo... pero es que aquí se ve venir tras un hecho que no voy a comentar aquí.

El argumento pintaba bien: una supuesta estudiante de psicología que contacta con un brutal asesino encarcelado, el cual la inicia en su recorrido "místico-criminal". La estudiante no es tal, sino un periodista obsesionado con la pulsión violenta que lleva la gente a cometer asesinatos. A partir de las primeras cartas, el asesino empieza a trazar el camino que su "discípula" tiene que seguir para comprender la esencia de sus instintos... aunque debe serle fiel siempre, porque el criminal no tolera la traición, pero... ¿qué le puede pasar al protagonista si lo traiciona? Supuestamente nada, porque su "maestro" está entre rejas y con un pie en la ejecución.

No digo más por si a alguien le apetece leerla.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Pisando los talones


Kurt Wallander es una de las creaciones más geniales de la novela policíaca, gracias al escritor sueco Henning Mankell (1948). Este inspector de policía de la región más austral de Suecia, Escania, ha protagonizado ya once novelas, una de ellas estructurada en relatos cortos. Yo me he leído unas cuantas y, como suele ser natural en mí, no he seguido el orden natural. La novela que traigo a colación es la última que he leído y se corresponde con la séptima de la serie. Alguna vez he dicho por aquí que mi favorita hasta el momento es la primera que leí, Los perros de Riga (1992), seguida por la protagonizada por Lisa, la hija de Wallander, policía como él, y que lleva por título Antes de que hiele (2002), que es la penúltima de todas. Este mismo año ha sido publicada la última y estoy deseando leerla, aunque cuando voy a comprarla siempre tengo un último impulso - no sé si de responsabilidad o de coherencia - y me compro alguna de las pendientes.

Wallander es un cuarentón cercano a los cincuenta, un policía desencantado de la vida, que duda entre jubilarse o continuar con su profesión. En la novela que traemos aquí debe enfrentarse al extraño caso de asesinato de uno de sus compañeros, Svedberg, así como a la desaparición de unos jóvenes que han mandado unas postales desde Europa que, según la madre de uno de ellos, son falsas. A diferencia de otras novelas de la serie, los acontecimientos transcurren en el fresco verano sueco, por lo que ni el frío otoño ni el gélido invierno que lo cubre todo de nieve están esta vez presentes. La novela es en esta ocasión bastante larga y, aunque el suspense es bueno y la historia en general está muy bien trabada, a veces se hace demasiado pesada. Es como si el escritor hubiera querido transmitir al lector la misma lentitud que está presente en la vida de Wallander, el mismo cansancio extremo que acusa por culpa de la enfermedad que lo aqueja y que descubre en esta novela. Una hiperglucemia  acuciante que hace que a cada momento tenga que parar para dormir o para beber a borbotones un litro de agua (por no contar la de veces que va a la búsqueda de un baño).

Como siempre, la extrema soledad del policía es el gran protagonista del libro. Me gustó mucho la novela en la que aparece Lisa Wallander, porque ello nos proporcionaba la oportunidad de conocer al personaje a partir de otro punto de vista. Yo imagino a Wallander como el actor sueco que ha protagonizado las películas que se han hecho para el cine,  Rolf Karsgard, aunque a veces, pocas, también se me aparece Kenneth Branagh, que lo ha interpretado para una serie de la televisión británica (BBC). De la novela Antes de que hiele recuerdo lo estupefacta que me quedé al leer un pasaje magistralmente escrito en la que se ve a una señora dedicada a trazar senderos desaparecidos y que va a ser asesinada. Esos que demuestran que la novela policíaca no es para nada un género de segunda clase.

Y por terminar con algún párrafo significativo, éste que escojo a vuela pluma no está nada mal:

"Al norte de la hondonada en la que se hallaba el asentamiento, se alzaba una peña que, adivinó, debía ser el punto más alto del archipiélago. Examinó el terreno en busca de un sendero que lo condujese hasta allí. Resbaló en varias ocasiones y llegó a caer arrastrándose hasta rasgarse los pantalones. Pese a todo, ganó la cumbre. La embarcación que ahora sí veía balancearse, parecía diminuta desde la distancia. Wallander miró a su alrededor. Mar abierto, escollos, riscos al este y al norte. En el sur y el oeste se condensaban las islas en el archipiélago. Aves solitarias ascendían y descendían a merced del viento. En cambio, ni un solo buque, ningún velero solitario se deslizaba hacia los puertos invernales. Las rutas marítimas aparecían abandonadas, las señales del tráfico marino ocultas en el fondo del mar, como estatuas momentáneamente olvidadas de un museo marino cerrado hasta la próxima temporada.
Wallander imaginó que se hallaba en lo más alto de una alta torre, desde la cual podía definir sus posiciones. El archipiélago y el panorama del océano no admitían evasivas.
Pronto cumpliría cincuenta años ...".