
He dejado a medio, por aburrida, El último Dickens, y me he lanzado a leer esta novela. Pues sí: de Jane Austen me quedaban por leer Sentido y sensibilidad y Emma, que ya la tengo en cola para leerla si me la traen antes de que me vaya con mahn. No había tenido interés en leerla porque ya había visto la película protagonizada por Emma Thompson, pero, tras ver una excelente miniserie de la BBC, me apeteció. De esta forma, me he saltado mi principio de primero leer y después ver, pero no me importa. La novela, como siempre ocurre en Austen, nos muestra unos personajes perfectamente caracterizados: Elinor, juiciosa y responsable, y Marianne, impulsiva y apasionada, son las ya archiconocidas protagonistas. Junto a ellas, el resto del elenco va mostrando distintas facetas del ser humano: la madre, tan parecida a Marianne; el hermanastro John Dashwood y su mujer, Fanny, indolente él y manipuladora ella; Edward Ferrars, sosegado y hasta soso; Willoughby, encantador y veleta; el coronel Brandon, taciturno y receloso por un pasado trágico... Y no faltan personajes como la señora Jennings, amable con las hermanas Dashwood, pero un tanto bocazas...
La historia sobre los avatares amorosos de Elinor y Marianne se va narrando de una manera en que la autora, sabiamente, nos da información de una o de otra alternativamente, pero respetando perfectamente el elemento temporal. Dentro de que el argumento me gusta menos que el de Orgullo y prejuicio, sí me ha parecido interesante el cambio que las dos hermanas experimentan en su manera de ser hacia el final de la novela. Es sabido que Elinor es el sentido y Marianne la sensibilidad, pero sus sinsabores amorosos las harán evolucionar.
En cuanto a las adaptaciones, sólo tenía la referencia de la citada película. La verdad es que de esa versión, sólo me quedo con Kate Winslet y Greg Wise, esto es, Marianne y Willoughby. El resto son buenos actores, pero demasiado mayores para los papeles. Hay que tener en cuenta que Marianne tiene unos diecinueve años... ¡y Emma Thompson tenía treinta y seis cuando interpretó el papel! Luego tenemos al coronel Brandon, un Alan Rickman también muy mayor. El personaje tiene treinta y cinco años y, por mucho que a esa edad uno fuera ya un hombre maduro, no es para que pongan a un actor de cincuenta años que aparenta, pues eso, cincuenta años. La miniserie es ya harina de otro costal y me quedo con todo, si bien Willoughby es más feo que pegarle a un padre. Eso sí: el coronel Brandon me ha encantado, me he reconciliado con ese personaje, un sosaina de cuidado en la película. Lo que me ha llevado a leer la novela han sido las pequeñas diferencias que he visto entre la película y la miniserie... y me he encontrado con una sorpresa al comprobar que la producción más reciente ha tomado elementos de la otra, elementos que no aparecen en la novela. Cosa curiosa.
En resumen: agradable lectura y agradable visionado. Ahora tengo ganas de conocer mejor al señor Knightley...