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domingo, 31 de enero de 2010

Diario


Mientras leía Drácula, el no muerto, al que podían haber dejado descansar en paz, estuve probando el libro electrónico de mahn con una obra de obligada lectura: El diario de Ana Frank. Parece mentira que no la hubiera leído, pero para todo hay un momento. Adentrarnos en las páginas íntimas de una adolescente tiene un toque voyeur que, en este caso, resulta dramático. Las experiencias de la joven Ana nos recuerdan constantemente que esta niña, la autora del texto, murió poco antes de que el campo de concentración de Bergen-Belsen fuera liberado, de manera que sabemos de antemano que los escondidos fueron descubiertos. Esto hace que el libro se lea con un poco de amargura, porque Ana cuenta con todo detalle cómo se vive en "la casa de atrás", los conflictos con su madre y sus compañeros de escondite, pero también habla del descubrimiento del amor y de la sexualidad, y de sus aspiraciones e ilusiones para el futuro. Ella quería ser escritora y, de la manera más triste, lo consiguió.

Libro imprescindible y altamente recomendable.

sábado, 30 de enero de 2010

Drácula, el no muerto


Esta secuela de la inmortal novela de Bram Stoker ha sido una idea de un tal Ian Holt, experto en el personaje vampírico, y un sobrino biznieto del autor del original (vamos, muy "cercano" o, como diría mi madre, gente de Iglesia, esto es, un primo de un vecino de un amigo de un tío del sacristán). Se supone que el tal Dacre Stoker encontró unas notas de su pariente y, a partir de ahí, se ha marcado un tocho con la excusa. Para darle más consistencia al asunto, nos coloca esas hojas halladas al final del libro... y lo gracioso es que son notas sobre la primera novela (que tituló en principio como El no muerto). En ellas aparecen los personajes principales y uno que Stoker terminó desechando. Pero ahí estaba el sobrino biznieto para rescatarlo del olvido. A todo esto, mete a personajes reales que van desde el propio Bram Stoker al actor John Barrymore (sí, han leído bien). Por en medio nos encontramos con la ya consabida Erzsébeth Báthory (qué novedad) y el rastro de Jack el Destripador (otro que tal). Por momentos me acordaba de un perpetrador de bodrios llamado Mario Escobar, un tío capaz de meter en una misma novela a todo personaje histórico (o no histórico, verbigracia, ¡Sherlock Holmes!) que se le pone por delante, saltándose las más mínimas normas de investigación que le llevan a poner vivas a gentes que ya criaban malvas en el año en el que se ambienta la novela. En el caso que nos ocupa, los autores, como explica al final otra experta llamada Elizabeth Miller, han tenido que hacer algunos ajustes con las fechas para que todo les cuadrara. Maravilloso. Meter todo lo posible aunque sea con calzador.

Dacre Stoker no ha tenido las agallas de hacer una novela con una estructura novedosa, como hiciera Bram, sino en plan guión cinematográfico. De hecho, ya está moviéndose la cosa para hacer una película. Señor...

Por último, en cuanto al argumento, sólo voy a decir dos cosas: es un lavado de imagen de Drácula, al estilo del que le hizo Francis Ford Coppola, y tiene un toque Star Wars. No pregunten por qué.

sábado, 9 de enero de 2010

El tesoro de los nazareos


Finiquitado uno de los tres libros que me han traído los Reyes Magos, tras haber leído una novela de Agatha Christie y una historia muy corta titulada Acerca de Roderer (sugerencia de mahn).

El tesoro de los nazareos es una aventura medieval con los ingredientes típicos: templarios, secretos que pueden destruir la Iglesia, misteriosos manuscritos, etc. Nada nuevo bajo el sol, la verdad. Hay algo que sí, pero no sé la manía de nuestro querido Tristante de colocarnos la resolución al principio, como ya hizo con la estupenda 1969, aunque aquella vez fue en forma de introducción personal del autor y no un prólogo que formara parte de la historia. Entretenida, con el estilo propio del autor, dinámico pero a veces demasiado explicativo.