Acabo de terminar un librito titulado Mujeres en el campo de batalla, de Alicia María de los Reyes García y María Victoria Santos de Martín Pinillos. Esas casualidades que me acompañan de vez en cuando hicieron que, pocos días después de proponerle a Joseph Cartaphilus un artículo sobre las mujeres que participaron de alguna manera en la vida militar española, apareciera este libro. Es cortito y se lee rápidamente. Se nota el entusiasmo que han puesto sus autoras en la redacción, haciéndola exaltada en algunas ocasiones y novelesca en otras. Al fin y al cabo, hubiera sido mucho más aburrida la lectura si la manera de contar las hazañas de estas mujeres se hubiera limitado a un relato frío y documental. Hacen bien las autoras en dar una introducción histórica a cada una de las protagonistas: este libro lo puede leer cualquiera, así que es necesario ponernos en la situación, la cual no tiene por qué ser conocida de antemano por el lector.
Además de las ya muy conocidas María Pita, la Monja Alférez (con una vida novelesca donde las haya), Agustina de Aragón o la mismísima Isabel la Católica, me han llamado la atención historias como las de la llamada Dama de Arintero, cuya entrada en el ejército me ha recordado a la historia de Mulán, o la de la reina Doña Berenguela, que avergonzó a los almorávides diciéndoles que se fueran a Oreja, donde estaba el ejército cristiano, en vez de venir a atacar un castillo habitado por mujeres. También me han gustado la de Manuela Ibaibarriaga, "el coronel Martínez", que se vistió de hombre para vengar la muerte de sus padres y su hermano a manos de los franceses, y la de Francisca Guarch, que participó con el nombre de Francisco en la tercera guerra carlista.
Podemos diferenciar, por tanto, las mujeres que no ocultaron su condición de tales y fueron reconocidas como militares por sus actuaciones en el campo de batalla y las que echaron mano de identidades falsas para poder participar en la guerra. Tanto las acciones de unas como de otras son interesantes, si bien siempre tiene un contenido más romántico el hecho de hacerse pasar por hombre.
En definitiva, merecido homenaje a las mujeres españolas que se comportaron con valentía y decisión en defensa de sus ideales y su patria.
Además de las ya muy conocidas María Pita, la Monja Alférez (con una vida novelesca donde las haya), Agustina de Aragón o la mismísima Isabel la Católica, me han llamado la atención historias como las de la llamada Dama de Arintero, cuya entrada en el ejército me ha recordado a la historia de Mulán, o la de la reina Doña Berenguela, que avergonzó a los almorávides diciéndoles que se fueran a Oreja, donde estaba el ejército cristiano, en vez de venir a atacar un castillo habitado por mujeres. También me han gustado la de Manuela Ibaibarriaga, "el coronel Martínez", que se vistió de hombre para vengar la muerte de sus padres y su hermano a manos de los franceses, y la de Francisca Guarch, que participó con el nombre de Francisco en la tercera guerra carlista.
Podemos diferenciar, por tanto, las mujeres que no ocultaron su condición de tales y fueron reconocidas como militares por sus actuaciones en el campo de batalla y las que echaron mano de identidades falsas para poder participar en la guerra. Tanto las acciones de unas como de otras son interesantes, si bien siempre tiene un contenido más romántico el hecho de hacerse pasar por hombre.
En definitiva, merecido homenaje a las mujeres españolas que se comportaron con valentía y decisión en defensa de sus ideales y su patria.
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