Novela epistolar que, de entrada, puede tirar para atrás al tener ese formato, pero ni mucho menos es pesada. Todo lo contrario: está muy bien llevada la trama a través de las distintas cartas que se cruzan los personajes, porque en ellas van contando sus peripecias, secretos, conspiraciones, etc. Conseguí el libro en una feria de las que ponen en Santo Domingo. Quedaban dos ejemplares del año de la polka, de Bruguera, y su precio original eran 70 pesetas. Una amiga y yo la adquirimos por 100, que tampoco era una ruina. El título era Las relaciones peligrosas, mucho más exacto que el que se hizo popular después.
La historia ya es conocida: la venganza que planea la malvada Marquesa de Merteuil contra un antiguo amante. Para ello utiliza al Vizconde de Valmont, conocido seductor. A partir de aquí, la depravación de estos dos personajes se va poniendo de manifiesto, porque no dudan en utilizar a su antojo a las personas de su alrededor. Lo curioso es que, mientras que ella tiene que guardar las apariencias, él puede presumir de ser un picaflor. Qué poco ha cambiado el mundo...
Las adaptaciones al cine son varias: la de Roger Vadim, que la sitúa en la actualidad (la tengo, pero en francés sin subtítulos. Tampoco tiene muy buena crítica); Crueles intenciones, que hace de los personajes unos adolescentes malvados que viven en Nueva York en los noventa, y las dos más famosas que son casi del mismo año, Valmont, de Milos Forman, y Las amistades peligrosas, Stephen Frears. Todo el mundo de la crítica aplaudió la adaptación de Forman y a mí me parece que tendría que haberse titulado Merteuil, porque aquí es este personaje el que se lleva todo el protagonismo. Mucho traje de época, luz natural, pero nada que ver con la novela. Y eso que el reparto está muy bien cogido: un jovencísimo Colin Firth como Valmont, Annette Benning como la Marquesa y Meg Tilly como la delicada Madame de Tourvel. Y no nos dejemos a una excelente Fairuza Balk como Cecile de Volanges, sin duda de lo mejor de la película. Pues bien, si comparamos estos guapos actores con los elegidos por Frears, nos quedaríamos con aquéllos, pero resulta que el feote de Malkovich nos hace creíble que puede ser un seductor, y la no muy guapa Glenn Close otro tanto. Michelle Pfeiffer sí queda bien de Madame de Tourvel. La adaptación de Christopher Hampton es más fiel a la novela que la de Milos Forman y más romántica para mi gusto (si no me equivoco, Hampton hizo la versión teatral. Alan Rickman hizo de Valmont en ella, qué bien cogido). El final es el que tiene que ser y no el que se inventa el director de Amadeus, traicionero a más no poder.
Veo en imdb que también hay una ópera basada en esta historia y una miniserie de 2003 ambientada de nuevo en la época actual con Rupert Everett, Catherine Deneuve y Nastassja Kinski. Por versiones que no quede.
La historia ya es conocida: la venganza que planea la malvada Marquesa de Merteuil contra un antiguo amante. Para ello utiliza al Vizconde de Valmont, conocido seductor. A partir de aquí, la depravación de estos dos personajes se va poniendo de manifiesto, porque no dudan en utilizar a su antojo a las personas de su alrededor. Lo curioso es que, mientras que ella tiene que guardar las apariencias, él puede presumir de ser un picaflor. Qué poco ha cambiado el mundo...
Las adaptaciones al cine son varias: la de Roger Vadim, que la sitúa en la actualidad (la tengo, pero en francés sin subtítulos. Tampoco tiene muy buena crítica); Crueles intenciones, que hace de los personajes unos adolescentes malvados que viven en Nueva York en los noventa, y las dos más famosas que son casi del mismo año, Valmont, de Milos Forman, y Las amistades peligrosas, Stephen Frears. Todo el mundo de la crítica aplaudió la adaptación de Forman y a mí me parece que tendría que haberse titulado Merteuil, porque aquí es este personaje el que se lleva todo el protagonismo. Mucho traje de época, luz natural, pero nada que ver con la novela. Y eso que el reparto está muy bien cogido: un jovencísimo Colin Firth como Valmont, Annette Benning como la Marquesa y Meg Tilly como la delicada Madame de Tourvel. Y no nos dejemos a una excelente Fairuza Balk como Cecile de Volanges, sin duda de lo mejor de la película. Pues bien, si comparamos estos guapos actores con los elegidos por Frears, nos quedaríamos con aquéllos, pero resulta que el feote de Malkovich nos hace creíble que puede ser un seductor, y la no muy guapa Glenn Close otro tanto. Michelle Pfeiffer sí queda bien de Madame de Tourvel. La adaptación de Christopher Hampton es más fiel a la novela que la de Milos Forman y más romántica para mi gusto (si no me equivoco, Hampton hizo la versión teatral. Alan Rickman hizo de Valmont en ella, qué bien cogido). El final es el que tiene que ser y no el que se inventa el director de Amadeus, traicionero a más no poder.
Veo en imdb que también hay una ópera basada en esta historia y una miniserie de 2003 ambientada de nuevo en la época actual con Rupert Everett, Catherine Deneuve y Nastassja Kinski. Por versiones que no quede.